Ponte los cascos, túmbate en la cama y cierra los ojos.
Escucha a tu artista favorito canción tras canción, todas tienes que escuchar, no puedes saltarte ninguna porque, de alguna forma u otra todas han pasado a formar parte de tu vida.
Te imaginas a tu artista en un concierto pensando en que los tienes delante de ti, mientras las demás fans gritan alocadamente su nombre e intentando tocarle.
Sientes la misma pasión que si estuvieras en directo, como si eso fuera la realidad.
En la tercera o cuarta canción despiertas de los sueños y te pones a hacer el loco en tu cuarto, eso sí con los cascos puestos, para saber que vives en tu mundo y no en el mundo en el que viven los demás, siempre con la misma rutina.
Mas adelante, escuchas esa canción con la que te identificas, y con la que nunca dejaras de identificarte, esa que te levanta la moral tras un día triste y gris.
Pero es hora de volver a la realidad, quítate los cascos y vuelve a tu rutina de siempre pero no olvides que siempre existirá ese mundo. Ese mundo donde tus sueños siempre se cumplen gracias a la música.
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